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¡YA HA NACIDO MI BEBÉ!: no dejes que las dudas sobre su cuidado te superen

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¡Por fin! Ya tienes en tus brazos lo que más esperabas en este mundo: ¡tu bebé ya está aquí! Sientes una extrema ilusión y felicidad, y prestas atención a todo lo que te dicen los expertos en el hospital: los doctores y enfermeras te cuidan al bebé mientras te van aconsejando como cuidar de él cuando estés fuera de allí. Sin embargo, cuando sales del cuidado experto, todo se te hace grande: muchas dudas e incluso miedo pueden llegar a agobiarte y causar que no actúes con sentido común. No te bloquees, ¡aquí van algunos consejos para que te quedes más tranquila!

Para empezar, repetiré lo que siempre voy diciendo: no estás sola. Tu pareja está ahí, y aunque probablemente sienta el mismo miedo que tú, el uno con el otro vais a poder solucionar cualquier complicación. Además, cuentas con familiares y amigos que, con experiencia o sin ella, van a poder aconsejarte sobre algunos temas o, simplemente, darte todo su apoyo. Partiendo de esa base, es necesario que dejes el agobio a un lado y cojas la paciencia y la tranquilidad como soporte: ya tienes lo que más querías, debes aprender a disfrutar de todo lo que ahora te toca vivir; porque sino, tarde o temprano te arrepentirás de haber estado agobiada y estresada en vez de feliz e ilusionada.

Al salir del hospital, tu bebé es un ser pequeño y frágil en un mundo exterior enormemente grande, ruidoso y ajetreado. Es normal que te dé reparo llevártelo a casa y tener que cuidar de él, lo ves tan débil que te da miedo que le pase cualquier cosa. Incluso te lo miras y remiras, y solamente que dudas de si su aspecto o comportamiento son normales: no seas paranoica, tienes que saber diferenciar entre lo común y lo extraño si no quieres que el médico acabe aborreciendo tus visitas injustificadas. Hay una serie de detalles que debes saber, ¡son normales y no deben asustarte!

Como ya te habrán dicho en el hospital, es normal que la piel de tu tesoro esté un poco amarillenta: no te asustes, es debido al exceso de bilirrubina en la sangre. Ese color se le irá quitando al recibir la luz solar a través de la ventana de la habitación o dando un breve paseo en cochecito. Poner a tu bebé a tomar el sol sería muy exagerado e inconveniente, no nos vayamos a pasar de la raya; con luz solar indirecta nos basta para lograr un color más natural. Otra característica de su piel es que está raramente seca: bien, eso es causado por la adaptación que el bebé está sufriendo del medio acuoso del embarazo al medio seco del exterior. Para mejorar esa sequedad, es recomendable utilizar cremas y aceites infantiles varias veces al día. Deja que la piel absorba la crema y no te pases con la cantidad, ya que pringarlo entero para imitar su antiguo medio acuoso sólo le va a aportar hongos en la piel.

Bañar al bebé: Cómo y cuándo

Durante los primeros meses de vida no es necesario que bañes a tu niño/a todos los días, con 2 ó 3 veces a la semana es más que suficiente. Tienes que calentar previamente la habitación o cuarto de baño donde vayas a poner la bañerita, unos 22ºC de temperatura ambiental son adecuados. El agua debería estar a unos 37ºC, y el baño no tiene que durar más de unos 3 minutos, que ya sabemos que mucho rato de agua reseca la piel, y es lo último que nos conviene. Durante el baño, cuida muy bien la postura del bebé: cabeza, nuca y hombros son sagrados. Pasa la esponja por el cuerpecito, aclarándola en cada pasada para evitar posibles infecciones en el cordón umbilical, que no deja de ser una herida abierta. Cuando acabes, envuélvelo al completo con una toalla, sécalo dando ligeros toquecitos y pon especial atención en los pliegues (tales como axilas, ingles, entre los dedos de los pies, etc.) porque si no los secas bien, le podrían salir hongos (sí, los hongos son muy pesados). Acuérdate de ponerle crema o aceite hidratante, y alguna pomada en el culete, ya que el pañal suele producir irritaciones.

Tampoco te asustes si ves que tiene mucho hipo o estornudos. Ambos son causados por la inmadurez del diafragma, órgano que regula la cantidad de aire que cogen nuestros pulmones. Para reducir el hipo, dale agua y cámbialo de posición (normalmente, si te lo pones encima del hombro y le das suaves golpecitos en la espalda, se le pasará). Con los estornudos, no te vayas a pensar que está resfriado; no es necesario que pongas la calefacción al máximo ni que lo vistas con más capas que a una cebolla. Los estornudos son buenos para el bebé, le ayudan a despejar las vías respiratorias. Finalmente, ten mucho ojo con el cordón umbilical: tiene que estar siempre limpio y seco. Bajo ningún concepto toques la pinza que le pusieron en el hospital, sigue los consejos de curación del doctor (alcohol, gasas, suero fisiológico para cicatrización, etc.) y si notas un color o olor raro, entonces acude al médico para que le eche un vistazo (entendemos “rojizo” y “olor no natural” como color y olor fuera de lo normal).

Siguiendo estas pautas y todas las de los expertos, no tienes de qué preocuparte: disfruta de tu bebé, de tu nueva familia; con mucha atención pero sin ser excesiva, ¡no queremos agobios innecesarios!

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